martes, 25 de noviembre de 2008
Pelando la cebolla
Estoy despojandome de todo, incluso de lo que me aferraba con uñas y dientes. Estoy abriendo las manos, con las palmas al cielo.
Estoy dejando de rogar por aceptación, de tratar de complacerlos. Vayanse a la mierda.
Estoy entendiendo que la gente se equivoca, yo también me equivoco. Parece obvio, todos lo dicen, pero recién entiendo a que se refieren.
No vale arrepentirse, es por gusto. No vale la pena preocuparse por el pasado o el futuro; uno ya pasó y el otro no existe.
La semana pasada cayó un meteoríto en Canada; pudo haber caído en mi cabeza. Ayer le cayó una piedra en la cabeza a un policia y se murió. Ando mirando al cielo preocupado. Los seres humanos somos paranóicos. Obsesivos.
Ayer no contesté el telefono, sentí vergüenza. ¿De que carajo? No sé. Somos, tambien, orgullosos.
La vida me empuja a seguir pelando la cebolla. Quisiera gritarle a la vida: ¡ya basta!, pero sería como gritarlo al espejo.
¿Entonces para que gritarlo?... ya me toca escuchar:
¡YA BASTA!
lunes, 29 de setiembre de 2008
La fusión... ya era hora.
jueves, 17 de julio de 2008
Es lo mismo, todo es lo mismo... y eso aburre
Salí de la librería sin mi copia de Final del Juego que tanto quería y la imagen se hizo más clara: todos frapuccino de caramelo en mano, vestían la misma ropa, hablaban de lo mismo. Todos tenían sus libros del queso, de la guerra y de la alquimia en las manos. Todos caminaban en la misma dirección. ¡Carajo!
Llegué a la casa, angustiado, prendí el televisor en un canal que daba un reality de canto, cambie a otro canal y el reality era de baile, cambie a otro de... baile tambien. Apagué el televisor fasitidado y me refugié en la radio, pero lo mismo: la misma canción (obvio de reagetón) se repetía en tres emisoras a la vez. Comenzaba a sentirme desesperadamente agredido por una devastadora sensación de deshumanización.
¿Donde están las personas?
jueves, 29 de mayo de 2008
El efecto mariposa
Todo tiene un recorrido extraño en la vida, una seguidilla de causas y efectos peculiares que hacen que las cosas no sean, siempre, lo que parecen. O peor, las cosas que uno hace no siempre tienen un resultado predecible, esperable.
Esta anécdota me hizo acordar un fragmento que alguna vez leí de Saramago (en su novelón “ensayo sobre la ceguera):
“(…) Si ante cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiéramos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias, inmediatamente después, las probables, mas tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí parar poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla, Lo será, pero este hombre esta muerto y hay que enterrarlo.” (Saramago dixit)
sábado, 19 de abril de 2008
Buscando a Ricardo
- ¡Valeria!, ¿como estas?
- Eh… Hola – respondió confundida, por la hora y por mi presencia.
- ¿Como estás?... oye ya se que pasó con Ricardo – no pude evitar ir directo al grano.
- Eh… bueno pasa – respondió abrumada, por la hora, mi presencia y la noticia.
- Parece que ha muerto – era la primera vez que lo decía en voz alta y recién tomé consciencia de la situación.
Pasaron algunos segundos en que Valeria me miró a los ojos, sin saber que decirme, hasta que se recompuso.
- Si, me contaron. Que pena – trato de ser lo más amable conmigo
- ¿Como te enteraste?
- Pasa, pasa, primero tomate algo que te veo agitado
- Pero cuéntame – respondía algo alterado.
- Esta bien pero siéntate
Estaba confundido se suponía que solo yo sabía lo que le había pasado. Además, ¿porque no le sorprendía verme?, hace 4 años que no nos vemos.
- Ayer vino su mamá a contarme. Estaba muy triste
- ¿Y porque no me buscaron? – respondí un poco molesto esta vez
- Era tarde, pues, hoy te iba a llamar, pero el trabajo… tu sabes
- Pero, aún así…
- Lo sé, discúlpame
- ¿Entonces su mamá ya sabe?
- Si desde hace una semana.
- Que horrible
- Lo sé, aún no lo puedo creer.
- Que horrible, tengo que buscar a su mamá
- Pero…
Valeria no terminó la frase, le dí un beso y me marché apurado. Quería hablar con la mamá de Ricardo, quería que ella me contara que le había pasado en los cuatro años que no nos vimos. La culpa volvió.
- Señora, ¿como está? – pregunté nervioso
- Hola, me llamó Valeria hace un rato, me dijo que probablemente vendrías – me respondió contenida.
Ella me miró a los ojos y después de unos segundos se descompuso y solo atinó a llorar. Me abrazó. No supe que hacer, la abracé y comenzamos a llorar. Era la primera vez que lloraba desde el entierro de mi padre. Por primera vez, en años, brotaban mis sentimientos mejor guardados. Le tenía mucho afecto a Ricardo y recién ahora sentía la pérdida de mi amigo. La señora me miró pero no dijo nada, me tocó la mejilla con gesto maternal, me dijo que le gusto verme y que volviera otro día con Valeria para comer juntos, los tres. Me dijo que nos extrañaba. Nos despedimos.
- Hola, por favor quisiera que me abriera la puerta del 205, no se si me recuerda, estuve aquí hace un par de horas.
- Como no, Señor Ricardo – respondió el portero.
(Minutos después, entre a mi departamento: fui libre)
miércoles, 16 de abril de 2008
¿Puede un vaso estar totalmente lleno?
jueves, 3 de abril de 2008
¿Se puede ser feliz sin una cajita feliz?
viernes, 7 de marzo de 2008
La función Seno
La función seno se aplica para fluctuaciones periódicas constantes. Si aplicamos las variables de mi bajón a este modelo, comprendo que tengo picos en que mi nivel de atención es altísimo y otros en que mi desmotivación y desconcentración estan demasiado bajos. Debo aprender a vivir con estas fluctuaciónes. Es parte del modelo.
Asi de simple, y así de complicado. Como las matemáticas. Entonces, compliquemos más el asunto, como las matemáticas.
La gráfica tiene dos ejes: donde el eje "y" es la amplitud (A), y el eje "x" es la frecuencia (x), y una tercera que deriva de la inversa de f, donde T es el periodo (1/f)
¡La friegas! dirán. Bueno, de todas formas ya dije que mi cabeza ha estudiado más matemáticas de las necesarias. Me llega lo que piensen. Continúo
Entonces, la famosa la amplitud (el eje y, la vertical, la olita que sube y baja, el zig zag ese, etc.), indica que tan alta o baja es la curva.
En verdad es bueno saber que la amplitud existe. Si estas en la parte baja de tu curva seno, siempre encontraras al pavaso que te suelta un siempre-hay-una-luz-al-final-del-túnel o un infeliz postulante a Cohelo que te suelta un no-hay-mal-que-por-bien-no-venga. En el fondo lamentablemente hay que reconocerlo: tienen razón. Siempre la curva se levanta. Ojo, si estas en la parte de arriba, no te la creas: prepárate para la caida. Siempre va a existir el primer día de trabajo después de las vacaciones, por ejemplo. Por eso siempre la vida tiene etapas: las cosas siempre tienen su final y si vives tratando de negarlas la caída dolerá. Es algo matemático, no hay otra.
Existe tambien la frecuencia.
La frecuencia se mide en Hertz (En honor a Heinrich Hertz e indica la cantidad de veces en que un suceso ocurre en un segundo). Una frecuencia alta indica que todo se repite muy rápido y, creo yo, algo debe estar mal. Recuerdo claramente una epoca en que sufría de alta frecuencia de desmotivación laboral. Al comienzo la desmotivacion laboral comenzaba el veintitantos de todos los meses, cuando me quedaba sin plata en la tarjeta y el trabajo aumentaba, los plazos y la presión, todo. Luego paso a ser una cuestión semanal, y todos los domingos en la noche comenzaba la desmotivación, los lunes eran desalentadores. Al final de esa epoca pasaba todas las mañanas peleando con mi desmotivación para poder levantarme. Una cagada: pasé de un f =1 a f=31 (veces al mes). Decidí que algo estaba mal y cambié de trabajo, hoy la frecuencia es baja y no ha aumentado, cuando aumente será momento de cambiar. Es algo matemático, no hay otra.
La inversa de la frecuencia es el período de oscilación (T) e indica el tiempo transcurrido entre dos sucesos iguales. Aunque el concepto puede confundirse con f, es importante reconocer su existencia. Si el período de oscilación es muy largo, nos olvidamos como reaccionar y tenemos que volver a aprender. Si todos los días aprendemos a reconocer los sonidos del estomago y asociamos la sensación de lanquidez con hambre, aprenderemos a reconocer cuando necesitamos comer. Si eso sucediera cada 100 días nos tomaría mucho tiempo reconocer cuando debemos comer. Sería terrible. El periodo de oscilación esta muy asociado con eso que llaman experiencia. No sé.
Con el tiempo la curva se vuelve más serena. Disminuye en ambos ejes (la amplitud y la frecuencia) y se puede vivir mejor. Por el momento uno debe aprender de cada período de osiclación (por eso se dice que la vida es como un péndulo). Las cosas pasan siempre de una manera exacta y precisa. Y al final todo pasa.
Es algo matemático, todo pasa de una manera exacta y precisa. Hay que tener paciencia. No hay otra.
lunes, 25 de febrero de 2008
Lo que temo de la ciencia ficción
sábado, 23 de febrero de 2008
El error de la ciencia ficción
¡Muerte a R2D2!
jueves, 21 de febrero de 2008
La pregunta cercana
No sé.
miércoles, 16 de enero de 2008
Sustento matemático contra el racismo (Ribeyro dixit)
Este pensamiento nació después de leer “Prosas Apátridas” de Julio Ramón Ribeyro, exactamente la prosa apátrida número 63. Dicho sea de paso, libro que recomiendo infinitamente.
En este segundo no tengo el libro a la mano para poder citar textualmente lo que Ribeyro descubrió en una noche de abstracción, gracias a una progresión matemática sencilla. Haré el cálculo de nuevo. Atención.
Yo tengo dos padres, mis padres tienen dos padres cada uno, es decir, tengo 4 abuelos. Mis abuelos, a su vez, tuvieron 2 padres cada uno, es decir, tuve 8 bisabuelos. La progresión continúa: tuve 16 tatarabuelos, antes tuve 32 ancestros, 64, 128, 256. Hace 300 años, 1024 ancestros de línea directa. Y así sigue la progresión. Hice los numeritos en una hoja de cálculo, según los cánones de la ingeniería industrial. Según esos mismos cánones, asumí como premisa básica que cada generación esta espaciada por 30 años (es decir tuvieron al hijo, que sería mi ancestro directo, a los 30 años en promedio). Cosas de ingeniero. Bueno ahí acaba la ingeniería, pero la cosa sigue.
Haciendo una pequeña simulación llegué a la siguiente conclusión, hace 28 generaciónes mis ancestros debieron ser más de la mitad de la población mundial. Hace 870 años (29 generaciones atrás, en el año 1130) debí tener 536´870,912 ancestros. La población mundial en ese año se estima en 500´000,000 habitantes aproximadamente. ¿Qué fue?
Ribeyro habla, con lógica y veracidad, de casos de incesto. Es definitivo, pero estamos hablando de matrimonio entre primos de décimo grado pues. Eso hasta la iglesia más ortodoxa lo permite. No hay pecado. Asiento cucufatos.
Esto quiere decir que cada ser humano actual procede de todos los seres humanos pasados. Eso es lo que Ribeyro, inteligentemente, llamó cono invertido. Pero, si vamos del primer humano, hacia el día de hoy encontraremos una cono normal. Es decir que todos nacemos de la primera pareja. Por este ultimo razonamiento, se puede decir con certeza matemática que por lo menos hace 29 generaciones todos tuvimos los mismos ancestros. Apuesto que muchas veces es menos.
Ya no tengo ni que enunciar mi pensamiento, pero ahí va para los distraídos: el racismo es basura pura y hedionda. ¡mi abue Hitler fue un reverendo tetudo!, lo de mi abue Luciano Benetton no es puro marketing. Mejor ya no le grites al cobrador de la combi como si fuera un ser inferior, ahora entiendes cuando grita ¿habla primo vas?. No seas necio pues.
sábado, 5 de enero de 2008
La placentera rebelión del sueño
Personalmente, confieso que el sueño es uno de mis más grandes placeres culposos. Soy de los que odia perder el tiempo. Pero como me gusta que gane Morfeo. Esos minutos que me gana después de almuerzo cuando el aparato digestivo hace su trabajo, su arduo trabajo. O esas mañanas de fin de semana, después del desayuno. O los ronquidos en el sofá de la sala cuando la película es mala. O los tramos largos en combi... y los cortos. O los sábados en la tarde después del fulbito. Las tardes-noches en la playa. Los fines de semana de futbol local en la tele. Los viernes recién salido del trabajo. Cualquier momento, en realidad, amerita una siestecita. O una grande.
Científicamente, se dice que, el acto de dormir es el descanso de la mente, no del cuerpo. Y cuando dormimos, el cerebro elimina información inútil y ordena lo necesario: cuando se duerme, se aprende. Dicen, por eso, que un bebé tiene mucho que dormir después de ver el mundo por unos minutos; por eso, un anciano duerme poco tras ver que el mundo sigue igual. La pregunta importante en este momento es: ¿Qué he aprendido yo después de tantas, pero tantas, horas de sueño?
Como siempre sucede, con este tipo de placeres sin recompensa ulterior, después viene la culpa. Culpa porque se acaba el día y la pase dormido. Perdí el tiempo. Comienza la noche y un remedio para la culpa: el insomnio. A esa hora todos están entregados al placer del sueño. Yo estoy disfrutando de recuperar el día, de que nadie interrumpa. Es rico (confiésalo) que el celular no suene y nadie joda. Que las agendas tengan impreso solo hasta las diez de la noche, como si el tiempo después de esa hora fuera extra. ¿Quien no ha madrugado para estudiar para un examen un día antes?; ¿Quien no se ha ido de juerga a mitad de semana para romper la monotonía del trabajo?; ¿Y quien, como yo, no se ha quedado en casa de madrugada en absoluta y placentera libertad? No se engañen, aunque sea una vez lo han hecho. Madrugar siempre deja una sensación de triunfo sobre el tiempo, como quien le saca el último jugo al limón.
La secuencia de placeres culposos queda entonces definida así: duermo porque es rico; luego me levanto tarde y trato de recuperar el tiempo perdido en la madrugada; a continuación, amanezco con sueño, pero victorioso; el sueño me gana y nuevamente comienza el ciclo. Pregunta: ¿porque no hago esta misma secuencia, pero al ritmo de la rotación de la tierra? Es decir, dormir de noche y despertar de día; como Dios manda. Supongo que es la necesaria cuota de rebeldía. El problema es que estoy demasiado comprometido con esa revolución y no puedo romper el círculo vicioso.