jueves, 27 de diciembre de 2007

Es mejor durar que arder

Dentro de 365 días habré cumplido 27 años y 24 días, y no me siento ni un poquito viejo, todo lo contrario: me siento en plenitud. En esa misma condición, y a esa misma edad, se fueron a existir un poquito más lejos: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain. Cuatro vidas exageradas; cuatro almas libres; demasiado libres. O todo lo contario.
Sin considerar el desenlace fatal, no oculto que me gustaría ser uno de esos cuatro mounstruos. Su música y su arte, inspiran; poseen una energía inusual, desbordante, impactante, trascendente. ¿Como carajo se hace para tocar guitarra así?


Eso por el lado del "arder"; Por el lado del "durar", no puedo ocultar cierto grado de admiración por esos otros personajes: los religiosos (de cualquier religión). Gente que parece guardar el secreto de la vida. Personajes con un equilibrio espiritual grande. Obviamente hay de todo pero, como en el caso de los rockeros, me refiero a los buenos. Ambos tienen un caudal de energía que admiro. Ya sea para la conservación o para la incineración.

Con esa energía puedes ser un rock star e incendiarte hasta morir antes de llegar a los 30; o puedes ser un religioso virtuoso, paciente y contemplativo que llega a ser Papa a los 70 años. De esos dos extremos estoy hablando. Salvo, claro, que seas uno de los tres pastorcitos de Fátima o Mick Jagger. Pero estadísticamente hablando, esos son dos eventos improbables. Tienes que elegir.

Sin haber visto a la virgen, Gustavo Cerati (mi gurú por estos días) sobrevivió a la vida exagerada del rock star. “Es mejor durar que arder”, escribió en una de sus últimas canciones. De pronto, con 47 años encima, intuye que sería buena idea comenzar a cuidar su cuerpo. “Comenzar a disfrutar de la tranquilidad, del encuentro con uno mismo”.
Dice Epicuro: Todo lo que hace el hombre es un medio para otra cosa. Salvo el placer. Uno busca placer por el placer mismo, por lo tanto, la vida debería encaminarse a ello. Puede ser. Dice Aristóteles: La felicidad se alcanza con el ejercicio perfecto de la actividad del hombre. Es decir de contemplar la virtud. Ser justo, en armonía y sin exageraciones. Puede ser.

Se me ocurre que el placer es una virtud. Tocar la guitarra como Hendrix es una virtud, es un placer. La cocaína no lo es. Supongo, entonces, que hay que tener cuidado; Gustavo tiene razón, es mejor durar que arder. No se metan en problemas muchachos. Sean tan placenteramente felices como el cuerpo se los permita. Escuchen a los Stones. Tambien escuchen misa. Por si acaso.
I can´t get no satisfaction!
yeah!

lunes, 24 de diciembre de 2007

Apaguen las luces de navidad

Esta época de fiestas me satura. Con esto no digo que soy el Grinch robandose la navidad; solo que diciembre es un mes difícil en cuanto a reposo físico y económico. De reflexión, obviamente, nada. Diciembre comienza con mi santo y termina con año nuevo. Dos fiestas que ameritan insomnio. En medio: navidad, fiestas de fin de año, cenas, intercambios de regalos y demás compromisos. Como si no bastara, curiosamente, en diciembre se acumulan muchos cumpleaños. El mundo esta lleno de sagitarios y capricornios. Diciembre esta lleno de fiestas.

Cuando uno celebra una fiesta debería tener claro el espíritu de la celebración. En diciembre se celebran fiestas, así dicen las tarjetas que me envían: "Felices Fiestas". ¿Que fiestas? Todas, es que son tantas que se han metido en un mismo saco. ¿Porque Jesús no nació en julio?, ¿Porque el calendario gregoriano no fijó el fin de año para agosto?, ¿Porque mi mamá no me dio a luz la primera quincena de noviembre? ¿Porque las empresas no hacen el cierre contable en febrero? ¿Porque todo cae en diciembre?

Tengo un amigo judío al que le encanta el espiritú navideño. Le gusta comprar regalos y hasta me ha confesado que tiene un árbol de navidad en casa. Con esto quiero demostrar que tampoco, aunque se molesten muchos, es una fiesta puramente religiosa. Si no se te antoja ir a misa, pues no vayas. Yo si iré, aunque sea para ver a mi hermana.

Como verán, este año, estoy abrumado con LAS FIESTAS. No me engancho con la emoción de las calles. Creo que es el exceso de marketing, el Papa Noel de Coca Cola, el árbol de navidad con productos Nestlé colgados, los vasitos rojos del café. Tampoco me engancho con la cursilería (aunque muy cierta) de decir que la pasen con la familia, que recuerden que es una fiesta para perdonar y que debemos ser solidarios con los que menos tienen. No puedo, no me engancho con el espiritú este año.

Hoy es noche buena y este año sería mejor apagar las luces de navidad -sobre todo las que tienen "música"-, recordar que hoy es noche buena, no año nuevo, no mi santo, no momento para los sagitarios, ni los capricornios. Sería deseable para este año: moverse en taxi, para evitar el tráfico; apagar la tele, para evitar el marketing; comer pollo y no pavo, que es más rico; brindar con chela, por lo mismo; abastecerce de panetón hasta julio, cuando salga nuevamente por fiestas patrias; ir a fiestas, no a compromisos; evitar los problemas familiares. No se molesten en regalarme algo, no se molesten si no les regalo nada, este año estoy bien así. Es noche buena. En suma: Sean Felices. Aunque sin querer Jack Skellington arrunie la Navidad. Tomen en cuenta que el tipo tiene buen corazón.

viernes, 21 de diciembre de 2007

No somos originales, somos inmortales

Dice la primera ley de la termodinámica: La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Lo mismo se aplica para la materia que es una manifestación de energía. Lo mismo se aplica para las personas que son conglomerados de materia y energía. Lo mismo se aplica para la vida que es energía, y materia, y personas. Lo mismo pasa con lo que pasa, porque así es la vida. Lo mismo pasa con una idea que pasa por mi mente. Que pasó antes por otra. Y ahora pasa por la tuya. Así pasa. Todo pasa. Y nunca se destruye. Solo se transforma. Somos inmortales. Gracias Newton.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

El túnel de la escritura

En el colegio odiaba las letras. Sobre todo porque había que memorizarlas. Los números eran diferentes, aprendías ciertas reglas y el universo estaba resuelto, era exacto; por eso nunca leía. Mucho después de esta arbitrariedad, durante la universidad, terminé de leer mi primera novela, El túnel de Ernesto Sabato. Este primer encuentro con la ficción fue un feliz acto de subversión, en un mundo donde todo lo regían un puñado de formulas y la rentabilidad proyectada. Un libro imposible para mi realidad cuantificable. Me encontré leyendo a escondidas, de noche, solo. En esa soledad intercalé a Sabato, a Saramago, a Salinger, con problemas de termodinámica y resistencia de materiales. Recuerdo una noche, frente a un papel en blanco, cuando escribí una sugestiva frase de Saramago, luego una reflexiva frase de Sabato. Luego comencé a robar todas las ideas de mis maestros subversivos. Al día siguiente jalé termodinámica.

¿Por qué escribo? Porque no me quiero morir. Sé que pasará, pero no me gusta la idea. Si no lo puedo evitar debo hacer algo al respecto: planta un árbol, cría un hijo y escribe un libro, me dijeron. Me faltan el hijo y el libro. Eso me recuerda que debo regar el árbol, si no estoy muerto. Pienso que escribir es la única manera de dejar una idea detrás de mi, es lo único que evitará que me olviden, incluso los que no me conocieron. El resto, el hijo y el árbol, solo serán pruebas de que existí. Lo malo que estas pruebas también morirán.

Empiezo a escribir y eso me genera sentimientos encontrados: es un placer y una fuente inagotable de inseguridad. Es un placer, en el sentido de que me ayuda a descargar mi mente, a estructurar mi pensamiento. Pero es una fuente inagotable de inseguridad, porque no puedo evitar pensamientos obsesivos sobre qué habrán entendido y qué pensarán al respecto. Ese es el túnel de la escritura al que poco a poco me acerco. Un placer obsesivo.
Ego dixit

martes, 4 de diciembre de 2007

Resultados extraoficiales al 75%

He ganado claridad, y he perdido espontaneidad. Temo.
Era un ingeniero con licencias "poéticas". Ya no. Ahora entiendo.
El tiempo sigue pasando, espero no enfriar mis letras. Temo.
Pero va a estar bueno. Creo.
Al final, he ganado. Ya vuelvo.

Ego dixit.